domingo, 24 de mayo de 2020

viernes, 24 de abril de 2020

lunes, 3 de febrero de 2020

EL CAMINO DE LA SACERDOTISA, por Sandra Román


El camino de la Sacerdotisa

Hay mucha confusión alrededor de la palabra “Sacerdotisa”. Existe una especie de moda en los últimos años por la cual muchas mujeres desean iniciarse sin saber muy bien de qué se trata ni a quién se sirve a través del sacerdocio femenino.
            Como la mayoría de las religiones patriarcales no admiten sacerdotisas, muchas mujeres suponen que lo son por el solo hecho de haber nacido mujeres y de habérsenos quitado el derecho a ejercer el trabajo sagrado durante los últimos milenios. Y si bien las mujeres nacemos con dones naturales que nos facilitan el contacto con el misterio y la magia, eso no significa que todas las mujeres hayamos aceptado esa vocación y la ejerzamos con plena conciencia. Mucho menos significa que todas las mujeres sintamos naturalmente devoción por la Diosa y deseos de dedicar a Ella nuestras vidas. Tampoco es obligación que todas lo hagamos.
            Convertirnos en Sacerdotisas de la Diosa requiere de un entrenamiento en el cual los rituales son importantes, pero mucho más importantes son los propósitos, las intenciones que te impulsan a celebrarlos. En mi caso, mi propósito tiene que ver con sanar las heridas que tanto en mujeres como en hombres ha producido la falta de la Diosa en nuestras vidas.
            En cada ritual abrimos procesos que son muy complejos y profundos y no toda la gente es consciente de que para que la magia funcione cada persona tiene que trabajar interiormente consigo misma y comprometerse con su propia transformación antes de poder influir sobre aquello que no le gusta y poder cambiarlo. Porque en realidad lo único que verdaderamente podemos cambiar es a nosotras mismas.
El proceso de convertirse en Sacerdotisa de la Diosa (y no digo “ser” porque siempre estamos en proceso de “llegar a ser”) es arduo y son muchas las veces que tus pies tambalean, porque la tierra parece abrirse debajo de ti. Y es que el ser iniciada no te da una solución mágica ni para tus problemas ni para los de los demás, muy por el contrario, te enfrenta a desafíos cada vez mayores a medida que avanzas y profundizas en tu camino del alma. Al querer ser Sacerdotisa de la Diosa tú le estás pidiendo a Ella poder sobre ti misma y sobre tu propia vida. Le estás pidiendo conocimiento, entendimiento, sabiduría. Y Ella te pondrá a prueba para saber hasta qué punto estás dispuesta a servirla y si tus intenciones son verdaderas. Tu fortaleza es puesta a prueba, todo tu ser es puesto a prueba.
Tu integridad es puesta a prueba día tras día.
Es un trabajo arduo sobre todo si deseas convertirte en Sacerdotisa de la Diosa para ayudar a otras personas, porque lo primero que aprendes es que apenas si puedes ayudarte a ti. Entonces tú dirás… por qué iniciarse como Sacerdotisa de la Diosa? Y la respuesta es que solo tiene sentido si realmente encuentras que Ella es la verdad que vive en tu corazón. Y si encuentras que esto es así, ya no hay camino de regreso. Pero ese camino te lleva a querer ser mejor día tras día, a querer ser una persona íntegra y verdadera.
En mis entrenamientos y en mis cursos en general, trato de que cada persona trabaje para encontrar su verdadero camino, más allá de si esto significa que se inicien como sacerdotisas o sacerdotes de la Diosa. Para mí, lo más importante es que encuentren su propia verdad, que recuerden el compromiso que asumieron antes de encarnar en este tiempo para que puedan cumplirlo de un modo consciente. Y el modo de encontrarlo es siendo verdaderas, lo cual no es fácil porque estamos tan habituadas a esconder quiénes somos para sobrevivir, que nos resulta muy difícil aprender a distinguir lo que es real de lo que es mentira. Nuestra visión está distorsionada, nuestra percepción está distorsionada y necesitamos ser muy cuidadosas en nuestro trabajo para que éste contribuya a traer claridad y no a profundizar la distorsión en nuestras vidas. Lograr esto no es nada fácil. A veces se consigue y a veces no.
Como dice Lynn Andrews, estamos en una guerra contra la ignorancia. Y será muy difícil ganarla si no empezamos por aceptar que el enemigo vive dentro de nosotras mismas y de nadie más. Que la Diosa también vive dentro de nosotras mismas y que necesitamos aprender y trabajar mucho para llegar a re-conocerla y a diferenciarla de lo que creemos que es y no es.
Mi trabajo con la Diosa se orienta a que podamos recuperarla para nuestra propia sanación. La gran mayoría de las personas ignora cómo se siente verdaderamente viviendo en un mundo orientado hacia lo masculino y cómo se manifiestan las energías de la Diosa dentro de sí mismas y a su alrededor. Estamos acostumbradas a actuar unilateralmente de un modo que prioriza las energías masculinas y rechaza las femeninas. Lo hacemos de un modo inconsciente y muchas veces preferimos no cambiar y continuar en ese lugar porque de ese modo creemos que evitamos ser heridas.
Pero negar una parte de lo que somos es profundizar esa herida, es por eso que necesitamos conocer nuestra naturaleza de un modo íntegro, total. Y las Diosas forman parte de nuestra naturaleza, más allá de haber nacido mujeres u hombres.
“Cuando terminé de leer lo que yo misma escribí acerca de mis experiencias con el ritual de Medusa, me di cuenta de que en realidad no hablaba de Medusa, Andrómeda y Atenea, sino de mí misma atravesando esas 3 circunstancias, o modos de transitar el ser, o como desees llamarlo”, me dijo una de mis alumnas de un curso a distancia. Y es así. Es exactamente ese entendimiento al cual necesitamos llegar a través de nuestro encuentro e identificación con las Diosas. Si estás trabajando con las Diosas Oscuras, tu diálogo es con esas partes desconocidas, negadas o reprimidas de ti misma, que están necesitando ser sanadas y puestas en la luz.
El trabajo con los arquetipos de las Diosas que fueron honradas desde los albores de la humanidad es una tarea doble en la cual, por un lado, liberas y sanas los aspectos que estaban bloqueados o estancados dentro de ti y, al mismo tiempo, redimes las historias míticas vinculadas con el sufrimiento, la opresión y la negación. Trabajas con los contenidos de tu propia psique y, al hacerlo, estás contribuyendo también a cambiar las imágenes distorsionadas de lo femenino en el inconsciente colectivo de toda la humanidad.
Mis libros son producto de investigar, experimentar y facilitar antiguas y nuevas maneras de conectar con la Energía Femenina Divina dentro y fuera de nosotrxs, para que las personas podamos contribuir a crear un mundo más consciente y creativo, más amoroso en el cual las personas seamos cada vez más conscientes y responsables por el rol que cumplimos en la comunidad. Es mi propósito que a través del ritual y la meditación, podamos re-ligarnos a nuestra naturaleza genuina, revelar la verdad que vive en nuestro corazón y recordar el sentido sagrado de cada ser como la Divinidad misma manifestándose a través de cada uno de nosotros.
Para que la Diosa vuelva efectivamente a caminar sobre la tierra necesitamos primero crearle un hogar en nuestro corazón y manifestarla de un modo concreto en nuestra vida de todos los días. Si cada ser humano asume el propósito de sanarse a sí mismo y a nadie más, entonces se producirá verdaderamente una transformación sanadora en todo el planeta.
Una Sacerdotisa de la Diosa logra auténtica sabiduría cuando aprende el modo de transformar sus propias limitaciones en poder, sabiendo que ese poder nunca compromete la voluntad de otros ni altera la realidad a expensas de otros. Porque sabe que cada criatura de la Diosa merece ser respetada en su pequeña o gran voluntad. Aprende a reconocer que no todo es posible. Pero sabe también que todo es posible si forma  parte de su verdadero destino.

Sandra Román